viernes, 30 de octubre de 2015

ANDRÉS ARTEAGA. EL PRIMER GALENO QUE EJERCIÓ EN SALTA. Por S.E.Cab Gran Cruz Don Andrés Mendieta OCSSPSIL. Capitán General de la Provincia de Salta, República Argentina.





Anualmente, el 3 de diciembre,  se celebra el "Día del Médico", como un reconocimiento a quienes abrazaron ciencia y arte de curar y la prevención de la enfermedad. Vaya a todo el mejor premio  recordando, en esta circunstancia, a la figura del primer  galeno que tuvo Salta  don Andrés de Arteaga.

Históricamente se conoce  que, desde los más    remotos tiempos, el hombre escudriñó los medios para superponerse de  sus tormentos, algunos con notoriedades, otros  sanguinarios. La  medicina en los primeros tiempos tuvo mucho de brujería, algo de tradición y de la astucia del hombre.

Mas tarde fue adquiriendo un signo formalizado como de doctrina tan caprichosa como la de China, Mesopotamia, Grecia, Egipto, Palestina, India, Arabia y Europa, entre otras. No es mi pensamiento en este caso hacer la historia  de la medicina,  la que peregrinó por momentos incomprensibles y aquietados por las autoridades y doctrinas religiosas. Nada de ello.

Con el correr de los años entre los siglos XVI y XVII España orientó las raíces de la medicina general, instituida en base a los ensayos que sorprendieron  por su arrojo. A ello le valió el descubrimiento del Nuevo Mundo al conocer algunas drogas que se utilizaba en el Perú como: la jalapa, que servía de purgante; el bálsamo, como expectorante y cicatrizante; la quina,

En lo que respecta a la antigua medicina en el noroeste argentino procedía de los incas y de los guaraníes. Media sabia y media bruja. También plasmada de hechicerías. Para sus curaciones dominaban el uso de las plantas de la región, según un estudio del doctor Julio Mendióroz, tal es el caso del: el alcanfor, como anestésico;  el tarco, en cataplasma; el molle, para cicatrizar heridas; el poleo, para perturbaciones estomacales; el paico, como purgante: el arcayuyo, contra la diarrea; el quebracho blanco, para el paludismo; el chañar, contra el asma, y la barba de choclo, como diurético,  entre otras.  En este resumen no se puede olvidar que había ciertos indios que tenían como su especialidad “chupadores” que hacían las veces de ventosa o los “sobadores”  lo que hoy es el quinesiólogo

En los “Comentarios Reales, del inca Garcilazo de la Vega, puede leerse que algunos indios se fregaban los dientes con los brotes tiernos del sauce o del molle y que se tomaban “el pulso en lo alto de la nariz, en la junta de las cejas”. El coqueo no estaba ausente en estas costumbre, descubierta desde que llegaron los colonizadores.

El arribo de Arteaga


Esta contemplación estará encarnada a través del  primer galeno que  profesó en  Salta, el competente  Andrés Arteaga, un madrileño nacido por el año 1550.

Como es de puro conocimiento el quinto virrey del Perú, Don Francisco de Toledo, tenazmente  había establecido la fundación de una población en el "valle de Salta" para neutralizar el accionar de los beligerantes nativos. Una de las instrucciones se las impartió a Jerónimo Luis de Cabrera, quien se desempeñara como corregidor y justicia mayor de Potosí, siendo ascendido como gobernador, capitán general y justicia mayor de "las provincias de Tucumán, Juries y Diaguitas...".

El otro mandamiento se lo otorgó, por encargo del rey Felipe II el gobierno del Tucumán, en 1571, a Gonzalo de Abreu Figueroa  quien tampoco consumó el mandato hasta que Hernando de Lerma se sometió a lo ordenado por sus superiores.

Cabe acotar acá que las relaciones entre Cabrera y Abreu eran muy tensas hasta que el segundo, con toda malicia, llegó a apoderarse los bienes y casas de su adversario, consiguiendo  tomarlo encarcelado para  conducirlo a Santiago del Estero donde le quitó la vida. Algunos historiadores dan cuenta que lo mató a garrotazos y otros haciéndolo degollar.

Lerma –a quien los historiadores lo definen como “un déspota que  se valía para sus monstruosidades e infamias de amigos cuyas conductas no eran nada recomendables”- con posterioridad hizo  asesinar a Gonzalo de Abreu con el peor martirio.

Aquí se aparece Andrés Arteaga quien, en 1581, integró la caravana de vecinos de Santiago del Estero, sede de la Intendencia del Tucumán, que acompañó al Licenciado Hernando de Lerma para concretar el mandato de Toledo que se cristalizó el 16 de abril de 1582 de fundar una ciudad, fecha en quien el primer galeno comenzó a ejercer la medicina en Salta.

 Al año siguiente de la instalación de este poblado el maese Andrés –como se lo llamaba a los médicos práctico, idóneos- recibió del propio Lerma algunos solares, debió abandonar la región y exiliarse en Lima o Charcas perseguido por el conquistador.

A Arteaga se le inculpaba haber curado sin el consentimiento de Lerma al capitán Sotelo Narváez del "mal de ijada", fuertes dolores producidos entre las dos cavidades existentes entre las costillas falsas y los huesos de la cadera., especialmente donde se alojan los órganos como el hígado, bazo, riñones, colon y apéndice.

Posteriormente su calvario fue cuando se le exigió que firmara un falso certificado de defunción consignando que Gonzalo de Abreu había muerto por envenenamiento , cuando en realidad había sido sometido a infames vejámenes que puede imponerse a un hombre. Andrés de Arteaga apremiado por Hernando de Lerma debió extender bajo intimidaciones el tramposo testimonio. Al  muy poco tiempo, denunció públicamente  este hecho, con lo cual destella su intachable desempeño como  médico.

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